TLDR: No se trata de embarcarse en un viaje de IA que pueda retrasar su ventaja competitiva; se trata de participar en una carrera de IA para obtener valor rápidamente y superar a sus rivales. No permita que los proveedores lo obliguen a utilizar arquitecturas propietarias o le dicten su modelo operativo, ya que esto puede obstaculizar su agilidad y reducir sus opciones. Actuar rápidamente en la nube para implementar pruebas y experimentos, en lugar de esperar a la perfección, le permite tomar la iniciativa y obligar a los competidores a reaccionar ante usted, para luego escalar horizontalmente, ya sea en la nube o en las instalaciones locales, sin demora.
¿Quién sabe? Sólo el tiempo
El tiempo es el único recurso que nunca podemos reponer. En el ámbito de la tecnología, esta verdad inmutable adquiere una profunda importancia. Como director ejecutivo de Qumulo y estudioso de las comunicaciones en red y la informática durante toda mi vida, he observado cómo la implacable marcha del tiempo se entrecruza con la rápida evolución de la tecnología, en particular la inteligencia artificial (IA), para remodelar las industrias (incluido nuestro propio sector de almacenamiento) de maneras que apenas podíamos imaginar hace una década.
El ciclo de vida fijo de los activos tecnológicos
En el campo de la tecnología de la información, los activos suelen cumplir un ciclo de vida fijo. La mayoría de los componentes de hardware tienen un cronograma de depreciación de cinco años, que indica su período de utilidad óptima esperado. En ocasiones, las organizaciones intentan “hacer explotar el activo” y extender su utilidad a siete u ocho años. Sin embargo, esta extensión suele coincidir con la eliminación gradual del soporte por parte de los proveedores, la interrupción de las actualizaciones de software y el cese de abordar las vulnerabilidades. El hardware se vuelve obsoleto y los riesgos de su uso continuo superan los beneficios. En última instancia, es hora de invertir en una nueva infraestructura.
La aceleración de la obsolescencia
La Ley de Moore dicta desde hace tiempo que la cantidad de transistores en un microchip se duplica aproximadamente cada dos años, lo que genera un crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento. Este principio se extiende más allá de las CPU, a las GPU, los semiconductores de red y las unidades de estado sólido (SSD). Cada dos años, somos testigos de la aparición de nuevas arquitecturas que son más rápidas, más densas y, a menudo, más rentables. El equipo que implementamos hoy se vuelve obsoleto en un lapso más corto, reemplazado por tecnologías que ofrecen un rendimiento significativamente mejorado.
La paradoja del valor del tiempo en la implementación de infraestructura
Esta obsolescencia acelerada presenta una paradoja en lo que respecta a la implementación de infraestructura de IA. En el momento en que se entrega un nuevo sistema, ya sean CPU, GPU o componentes de red avanzados de última generación, el reloj comienza a correr. Hay aproximadamente dos años antes de que este equipo sea reemplazado por la próxima generación. Si se necesitan meses para integrar estos componentes en un sistema funcional (ensamblar servidores, configurar matrices de almacenamiento, configurar redes), se ha perdido una parte sustancial de esa ventana operativa de alto valor.
Considera esto: Si se necesitan entre nueve y doce meses para implementar por completo una infraestructura de IA local, es posible que se haya gastado entre el 38 % y el 50 % del período de valor máximo del sistema antes de comenzar a cosechar sus beneficios. En un mundo donde el tiempo equivale a una ventaja competitiva, esta demora puede resultar costosa, incluso existencial.
El caso de una implementación acelerada
Ante esta realidad, la velocidad se vuelve primordial. Cuanto más rápido pueda implementar la infraestructura, más valor obtendrá de su inversión antes de que quede obsoleta. La implementación rápida maximiza la vida útil de sus activos, lo que le permite aprovechar las últimas tecnologías para obtener una ventaja competitiva.
Sin embargo, construir e implementar una infraestructura de IA es una tarea compleja que implica más que simplemente adquirir hardware. Requiere una integración meticulosa de recursos informáticos, soluciones de almacenamiento y componentes de red, todos optimizados para funcionar en armonía. La complejidad y la inversión de tiempo pueden ser abrumadoras, lo que da lugar a una pregunta crítica: “¿Es más ventajoso desarrollar internamente o aprovechar las plataformas existentes?”
Proveedores de la nube: la ventaja del tiempo
Los mayores consumidores y compradores de CPU y GPU son los proveedores de servicios en la nube a gran escala. Reciben las tecnologías más nuevas antes que el resto del mercado y las implementan a una escala que suele ser inalcanzable incluso para las empresas más grandes. Al utilizar servicios en la nube, las organizaciones pueden aprovechar las últimas capacidades de inteligencia artificial casi de inmediato, sin los largos plazos de entrega asociados con la construcción e implementación de su propia infraestructura.
Esta disponibilidad inmediata permite a las empresas comenzar a entrenar modelos, procesar datos y extraer información mucho antes que si esperaran a que sus propios sistemas estuvieran en línea. En esencia, los proveedores de la nube ofrecen una manera de sortear la paradoja del valor temporal inherente a la implementación de infraestructura de IA.
Consideraciones estratégicas: el tiempo es una ventaja competitiva
A la hora de evaluar si se debe construir o comprar infraestructura de IA, el tiempo debe ser un factor central. Las demoras en la implementación no solo reducen la vida útil de sus activos, sino que también retrasan su ingreso a los mercados, frenan la innovación y potencialmente ceden terreno a competidores que ya han adoptado tecnologías de IA.
El uso de los servicios en la nube puede ofrecer acceso inmediato a capacidades avanzadas de inteligencia artificial, pero conlleva desventajas en términos de control, personalización y costos a largo plazo. Por otro lado, construir una infraestructura propia garantiza soluciones personalizadas, pero exige inversiones significativas de tiempo y recursos.
Libertad de elección: nube y centro de datos
Tener la agilidad y flexibilidad para elegir centros de datos locales y en la nube para su implementación de IA es esencial para evitar la dependencia de un proveedor propietario. Esta elección permite a las empresas seleccionar la infraestructura que mejor se adapte a sus necesidades específicas, ya sea la escalabilidad de la nube o el control que ofrecen las soluciones locales. Al no estar atadas al ecosistema de un solo proveedor, las empresas pueden integrar diversas tecnologías, optimizar los costos y adaptarse más rápidamente a las cambiantes demandas del mercado, todo ello sin sacrificar la autonomía ni el rendimiento.
En cambio, muchos proveedores se están sumando a la tendencia de la IA y se apresuran a cambiar el nombre de sus productos actuales para que sean “fundamentales” para las iniciativas de IA. Esta prisa por sacar provecho de la publicidad genera valoraciones artificialmente infladas (la IA real para muchas empresas emergentes) y presiona a las empresas para que adopten tecnologías que pueden no estar alineadas con sus intereses. Estos enfoques pasan por alto las necesidades de los operadores, ingenieros y ejecutivos de TI al promover soluciones que sirven más a la agenda del proveedor que a la del cliente. Al seleccionar cuidadosamente las opciones de implementación que priorizan la flexibilidad y la apertura, las empresas pueden evitar estos obstáculos y centrarse en estrategias que realmente promuevan sus objetivos.
Conclusión: ¿Está el tiempo de tu lado?
En el vertiginoso mundo de la IA y la tecnología de infraestructura, el tiempo es a la vez un activo y un desafío. La clave es equilibrar la necesidad de velocidad con consideraciones estratégicas sobre el control, el costo y el valor a largo plazo. Mientras navegamos por este panorama, debemos preguntarnos, como lo hicieron los Rolling Stones: “¿El tiempo está de mi lado?”.
La respuesta está en la eficacia con la que podamos adaptarnos a las demandas temporales de la implementación de la tecnología. Al priorizar una implementación rápida y eficiente (ya sea mediante procesos internos optimizados o aprovechando plataformas externas), podemos maximizar el valor de nuestras inversiones y mantenernos a la vanguardia en un mercado competitivo. Luego, después de demostrar el valor de la implementación de la IA, podemos tomar decisiones informadas, sin demoras en la implementación, sobre el mejor lugar para pasar de demostrar el valor a ejecutar a gran escala.
En Qumulo, nos comprometemos a ayudar a las organizaciones a superar estos desafíos ofreciendo soluciones de almacenamiento que se integren sin problemas, se implementen rápidamente y se escalen de manera eficiente. Nuestro objetivo es garantizar que el tiempo esté de su lado, permitiéndole aprovechar todo el potencial de la IA sin demoras, ya sea en su centro de datos o en la nube.